La fábula de la(s) zorra(s) y las uvas
Imágen: Daniel Schultz |
Entonces la zorra saltó, y brincó hasta que no pudo más. Incluso intentó escalar al viñedo, pero sus patas resbalaban de las frágiles ramas que rodeaban el poste en que estaba.
Bastante molesta, la zorra tomó una piedra y la lanzó a las uvas, entonces, para su sorpresa, un par de uvas cayeron. La zorra, emocionada corrió con su tesoro a su madriguera.
Sin embargo, al salir con el racimo en la mano, las muchas otras zorras que vivían en esos lados observaron lo que cargaba. Apenas la veían le preguntaban ¿dónde conseguiste eso?, entonces ella les señalaba el lugar donde estaba el viñedo.
Miles de zorras (y zorros) vinieron de todas partes a tomar las uvas. Muchos se arañaban y se mordían entre sí para quitarse los deliciosos frutos y todos añoraban tener en sus patas una de las deliciosas uvas.
Entonces empezó el mercado negro.
La primera zorra, decidió vender el par de uvas que había conseguido. Luego estafó a otros con el dinero que había obtenido de la venta, les quitó a ellos las suyas y las vendió nuevamente.
Otros, al ver los beneficios del mercado y, evaluando la capacidad de producción del viñedo, decidieron vender también sus uvas. Más zorras compraron uvas a estos y ellas, a su vez, las revendieron. Las uvas revendidas fueron compradas por más zorros que, encantados con las maravillosas propiedades que tenía el fruto para multiplicar su dinero, vieron en su adquisición una inigualable oportunidad.
Entonces los animales empezaron a hablar de uvas paralelas y así nació el Primer Banco de la Uva Paralela.
Moraleja:
Dada una relación entre bienes y fines, cuando los primeros resultan cuantitativamente más que aquellos, es necesario diversificar el mercado de la uva paralela y convertirla en melón paralelo, lechoza paralela, limón paralelo...
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