Migración de las nubes de polvo

Para ver correctamente una nube de polvo, debe usted colocarse en una posición especial y en el lugar indicado. Debe agacharse de cuclillas, con el rostro a una elevación máxima de 50 cm del suelo, lo más vertical posible; mientras más bajo mejor.

En cambio, la forma inadecuada de observar estos seres es lo que el común de la gente pretende usar, sin éxito alguno. Tales intentos fallidos empiezan por la observación desde arriba hacia el suelo, o hacia el horizonte, generalmente con el rostro inclinado ligeramente. Lo que estos malos observadores ignoran es que, siendo toda criatura mayor a un metro su depredador por excelencia, estas nubes de polvo han desarrollado una extraordinario camuflaje que las oculta de tan precaria perspectiva.

Camuflaje que es necesario para su proceso migrativo pues, después de nacer, las nubes de polvo migran durante miles de kilómetros hacia lugares más confortables como parques y jardines. Desarrollan su vida migrando de parque en parque y atravesando ciudades enteras, mientras los dueños de éstas duermen plácidamente.

Si ha de observar a estas criaturas debe saber que durante esta época se encuentran circulando por las avenidas de la zona este. Su horario de actividad más marcada suele estar entre las 20 y las 24 horas, cuando no se encuentran amenazadas por su depredador más fiero: los incautos peatones que las atraviesan de par en par.

Así deberá buscar usted una via de escasa iluminación más no carente de ella, y adoptando tal posición, podrá observar como, a veces de pares, a veces solitarias, las nubes de polvo inician su movimiento sincronizado como cautelosas olas que se extienden cada vez más, marcando y conquistando territorios ajenos.

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